¡Hola de nuevo!
Siento haberos tenido abandonados tanto tiempo, pero las últimas semanas han estado bastante concurridas con diferentes eventos y actividades.
Como ya sabéis he estado con mi querida tocaya de vacaciones en Nueva York (nueve días) y Boston (un día), pero la descripción de las vacaciones y de las impresiones de las ciudades irán en otra entrada diferente. Sé que estáis esperando saber como una simple semana de vacaciones se ha convertido en una aventura que se ha alargado tres días más gracias a un huracán muy simpático llamado Sandy. Voy a dividir la aventura en fases, sé que será larga, pero espero que la disfrutéis.
1- El pre-huracán.
Desde el principio del viaje yo llevaba diciendo a mi tocaya: - tenemos que hacer todo antes del lunes y el martes, que va a llover durante todo el día. El día 26 recibimos un email de mis padres, como siempre los padres se preocupan, hablando de la posible llegada de un huracán, pero ella me dijo:- ¿un huracán?, ¡que estamos en Nueva York Marta!, ¡cómo mucho lloverá algo y habrá un poco de viento!. Por lo cual seguimos sin darlo importancia. El domingo, como otro día cualquiera seguimos con nuestros planes, por la mañana fuimos a Harlem a ver una misa gospel y por la tarde fuimos al museo MET. Mientras nos sentamos a hacer nuestro descanso en un banco hacia las 3 PM, conectamos internet y ¡oh surprise!, recibimos la primera advertencia en el móvil. Nuestra querida amiga Sara nos escribió preocupada en facebook hablándonos sobre el huracán, diciéndonos que el transporte público cerraba a las 7 PM y los colegios estarían cerrados al día siguiente, pero entendimos a las 7PM del día siguiente. Yo me comencé a asustar, pero ella seguía diciendo que era una angustias y que era muy negativa, se lo seguía sin creer, hasta que ya comenzó a recibir llamadas y mensajes más preocupantes (mi móvil español no funciona, por eso no recibí nada). Nos dijeron que a las 7PM cerraban todo, y que en España se estaba oyendo que había mucha gente en el metro y que en las tiendas se estaban quedando sin comida. Sin embargo, nuestra sensación era completamente diferente, allí se vivía un ambiente de tranquilidad completa, como un día normal, hasta que nos dimos cuenta que el museo se quedaba cada vez más vacío, y a las 4 PM decidimos volver al hostal. El metro tampoco estaba demasiado lleno, y cuando llegamos a las tiendas de nuestro barrio, estaban repletas de comida. Por lo cual, seguimos con tranquilidad y por la noche conocimos a los que posteriormente serían nuestra familia Sandy y gracias a los que hemos pasado el huracán de una manera muy amena. Bajamos a por alguna bebida a nuestro "badulaque" favorito abierto 24 horas debajo del hostal, y pasamos la noche pre-huracán entre bromas y risas.
2- El huracán.
Esta fase la vivimos entera en el hostal (en Brooklyn), excepto un rato que bajamos a la calle para comprar algo más de comida y una linterna, por si acaso. La sensación era muy extraña, pasamos el día juntos hablando en la sala común, vimos como se suspendían nuestros vuelos, y comprobamos en internet todo lo que ocurría en la misma ciudad en la que estábamos: inundaciones, apagones, explosiones, mientras que al mismo tiempo recibíamos noticias de nuestros amigos y familiares realmente preocupados por nosotros (gracias a todos).... Sin embargo, cuando mirábamos por la ventana veíamos y podíamos oír aire y lluvia, pero nada excesivamente terrible, las calles no se llegaron a inundar en ningún momento, de hecho no había ni siquiera grandes charcos, no dejó de haber gente en ningún momento por la calle, no mucha, pero en todo momento se veía a alguien. Por la noche nos dedicamos a jugar y a pasarlo bien (véase la foto), y cuando nos cansamos nos fuimos tranquilamente a la cama con luz e internet, conscientes e inconscientes a la vez de lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor.
3- El post-huracán.
La familia Sandy proseguía unida, como el transporte estaba suspendido, al día siguiente decidimos pasear por Brooklyn para ver los desperfectos y ser conscientes de lo que había ocurrido fuera de nuestro pequeño refugio. Había árboles gigantes arrancados del suelo por el viento atravesando calles y golpeando coches (ver foto), cables desprendidos, señales caídas, paraguas destrozados, sin embargo cuando llegamos a la bahía, y vimos Manhattan desde el otro lado, no eramos capaces de imaginar como estaba esa parte de la ciudad a pesar de todo lo que habíamos leído.
Dos días después, es decir, ayer, otra vez Marta y yo solas recorrimos Manhattan. En este momento, realmente fui consciente de los daños que se habían producido en la ciudad. Fue muy impresionante pasar en unos minutos de una iluminada y activa Times Square, a la ciudad fantasma de Lower Manhattan. Las calles abarrotadas de gente los días anteriores, ahora estaban frecuentadas por unos pocos turistas curiosos, árboles tirados, bolsas de basura acumuladas y unos pocos viandantes. El tráfico estaba regulado por policías, o por los mismos conductores responsables que conducían en una ciudad sin semáforos. Nadie más necesitaba pasar por allí, todo está completamente cerrado, excepto una cantidad ínfima de valientes que se atrevieron a abrir con generadores o velas. Inteligentemente compramos una bebida en Starbucks para paliar el frío, pero esta tienda era la última antes de entrar en la ciudad fantasma. Lógicamente, necesitábamos un baño, después de buscar algún establecimiento abierto, por fin encontramos una tienda de "grocieries", en la que suplicamos que nos dejaran utilizar su baño, y amablemente nos introdujeron en su área privada iluminada con una vela, aunque no me lean, se lo agradeceremos eternamente. Viendo todo lo que pasaba y habiendo oído los testimonios de la gente, esperamos a que se hiciera de noche para ver la ciudad llena de luces sumida en la oscuridad. Comenzamos nuestro recorrido por el puente de Manhattan, la primera mitad cercana a Brooklyn estaba iluminada, sin embargo, en la mitad cercana al desastre nos adentramos en la oscuridad. Fue una experiencia irrepetible recorrer con linternas Chinatown y otros barrios normalmente excesivamente iluminados y activos, ver las calles principales llenas de policías intentando regular el tráfico con linternas, reflectantes y bengalas y mirar hacia las bocacalles y no ver absolutamente nada más allá de lo que eran capaces de iluminar nuestras propias linternas (ver foto con el Empire State iluminado al fondo). Hacia las 8 PM decidimos coger un "shuttle bus", que son autobuses que han puesto a disposición de los ciudadanos para comunicar con las líneas de metro abiertas y poner punto final a nuestra aventura volviendo al hostal.
Me siento afortunada de estar perfectamente, y aunque suene extraño, de haber estado en New York en este momento, ya que me ha permitido ver algo histórico, conocer a mucha gente que merece la pena, y vivir un viaje muy especial que nunca vamos a olvidar; pero por otro lado, espero que se solucione pronto, porque la ciudad de New York ahora mismo vive en un caos absoluto, aunque están haciendo todo lo posible por solucionar todo rápidamente, y conseguir que esta ciudad vuelva a ser la ciudad que nunca duerme y está activa las 24 horas del día.
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